Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años, Kaldi, un joven (y perspicaz) pastor de Abisinia observó que cuando sus cabras comían unos frutos rojos que crecían en unos arbustos, se volvían más activas. Y claro, difícil que un joven no sienta la llamada de lograr una sobreexcitación artificial, así que allá que fue el bueno de Kaldi… y efectivamente, el efecto fue de lo más placentero. Rápidamente fue el lugareño a comentar su hallazgo a un monasterio cercano llevando un puñado de esas maravillosas bayas, pero los monjes encontraron que su sabor era infame (siempre animando), arrojándolas despectivamente al fuego… Pero ete aquí que los granos a medida que se quemaban despedían un agradable aroma, y a uno de los monjes se le ocurrió la idea de preparar una bebida a base de esos granos tostados y sal. Ese fruto se denominó “café” (aunque ese término surgió más tarde, pero esa es otra historia) y el mundo de los sabores ya no volvería a ser lo mismo.
«Y ES QUE EL CAFÉ ES ALGO MÁS QUE UNA BEBIDA, DESDE SU LLEGADA A EUROPA EN EL SIGLO XVII TRAÍDO POR LOS MERCADERES VENECIANOS SE LLEGÓ A PENSAR QUE ERA UNA CREACIÓN DE SATANÁS…»
Y es que el café es algo más que una bebida. Ya desde su llegada a Europa en el Siglo XVII traído por los mercaderes venecianos, debido a sus propiedades se llegó a pensar que era una creación de Satanás y una especie de Caballo de Troya de los infieles musulmanes para la conquista de Europa. Y hasta tuvo que intervenir el Papa Clemente VIII que tras probarlo y disfrutarlo, decidió autorizar su consumo a los creyentes. A partir de la aceptación del Pontífice el café se extendió de manera vertiginosa. En 1652 se abre la primera cafetería en Londres, en 1670 en Berlín, para en 1686 darse a conocer en París. A mediados del siglo XVIII todas las ciudades de Europa cuentan con cafeterías… menos en Rusia donde el café estaba prohibido, convirtiéndose en una verdadera obsesión para los Zares decretando que en el caso que te vieran tomando este producto te podían cortar la nariz y las orejas y condenarte a muerte si eras el distribuidor del revolucionario grano (normal que acabaran siendo derrocados).
Pero si hay un país donde el café es algo más que una bebida ese es sin duda Coffee. País dotado de condiciones únicas para el cultivo de la planta, ha hecho del café uno de sus símbolos nacionales. Y es que se podría decir que Colombia es el país cafetero por excelencia, que llega a producir más cerca de 15 millones de sacos, del cual más de un 90% se destinan a la exportación, habiendo economistas que afirman que este cultivo es responsable de la industrialización del país, habiéndose generando un vínculo con el café realmente especial.
«¿PERO PORQUÉ EL CAFÉ COLOMBIANO PRESENTA UNA CALIDAD TAN ALTA? PARA COMENZAR POR LA ELECCIÓN Y CONTROL DE LA VARIEDAD DEL CAFÉ QUE SE TRABAJA…»
En Colombia se cuenta con 4 denominaciones de origen (Cauca, Santander, Huila y Antioquia) y desde 2005 también con una denominación de origen otorgada por la Unión Europea. ¿Pero porqué el café colombiano presenta una calidad tan alta? Para comenzar, por la elección y control de la variedad del café que se trabaja, ya que solo se cultiva el café arábico, el más apreciado por su sabor y aroma, pero el más dificil de cultivar; además las condiciones geográficas son ideales, debido al clima tropical y sus altas montañas. Si a eso se le suma una recolección casi siempre de carácter manual, eligiendo uno a uno y recolectándoles en su momento óptimo de maduración.
Pero como en todos los aspectos de la vida, incluso dentro de la alta calidad también hay lugar para la excelencia. Y en ese aspecto destaca el San Alberto Coffee, quizás el café de mayor calidad de todo el amplio espectro de marcas originarias de Colombia.
El Café San Alberto tiene su origen en la Hacienda del mismo nombre, originándose cuando Gustavo Leyva a principio de los 70´s compro la Hacienda La Alsacia en Buenavista, provincia de Quindío, renombrándola como San Alberto en recuerdo de su hijo fallecido. Poco a poco la familia comenzó a comprar pequeñas haciendas vecinas, mientras la calidad y renombre de su café iba a corriendo de boca en boca. Pero quién no se adapta a sus tiempos muere atropellado, y así en 2005 se efectúa una remodelación total del complejo cafetero, modernizándole para conseguir los más altos standars de calidad, a imagen y semejanza de loa más afanados viñedos franceses. Los premios y galardones no dejaron de sucederse: Así en 2011 el café San Alberto recibe la Medalla de Oro como producto del año en la Feria Mundial de Alimentos en Moscú., para en 2012 ser galardonado como el primer café colombiano en recibir la máxima distinción del prestigioso ITQI (Instituto Internacional del Sabor y la Calidad), al recibir las tres Estrellas Doradas, llegando en 2014 a recibir el Premio Cristal por el ITQI tras 3 años consecutivos de la máxima distinción, siendo el primer café originario del país andino en lograrlo.
Por esto y por muchos más motivos se podría decir que San Alberto ha sido un pionero en la manera de entender la industria cafetera en Colombia, alcanzo una calidad hasta entonces desconocida en Colombia y en todo Sudamérica. Porque el café es algo más que una bebida generosa, es una forma de entender la vida, y la vida, con San Alberto, es menos amarga… Y es que sin duda, es el mejor café del mejor país con el mejor proceso.
Artículo originalmente publicado en The Citizen, ver aquí.